Cúrcuma... amor y desamor
La cúrcuma es una planta que nos viene del oriente, de Asia exactamente. Los principales componentes activos de esta especie es la curcumina y la turmerina, su tanto por ciento es bajo del 2 al 5% del total de su peso. Su absorción es muy fácil debido a su elevada lipofilia, por lo que al llegar al intestino delgado pasará rápido a la sangre. Hay varios estudios que han demostrado in vitro y con ratones muchas propiedades, las más comunes como antimicrobiana, antivírica, antiinflamatoria, reductora del colesterol y anticancerígena.

Aquí comienza mi interés como terapeuta, después de estudiar sus propiedades me lancé a probar conmigo y mis pacientes los beneficios de esta especie tan amada por todos... de momento no puedo decir que no haya visto resultado, algunos beneficios los he podido constatar en consulta, pero muchos otros tampoco los he podido demostrar, en este artículo explicaré mis teorías en las que me baso para entender dónde fallan los tratamientos.
La cúrcuma se absorbe en intestino. Tras la administración de curcumina en ratas, se observó que entre el 50-60% de la dosis administrada fue excretada por la bilis en 5 horas, esto nos hace concluir que la mayor parte de la curcumina se reduce de forma endógena, y después se metaboliza mediante la glucuronización. En ratas se ha demostrado que la absorción es del 65% y que en 48 horas el 35 % de la cúrcuma se excreta por las heces.
Entonces viendo este efecto en ratas, puede que en humanos sea parecido, por lo que el principio activo está en sangre probablemente muy poco tiempo, por este motivo las dosis dos veces al día o monodosis no funcionan... Se elimina rápidamente al principio la curcumina y se está muchas horas sin este principio activo en sangre.
Los resultados en mis pacientes no siempre eran buenos, o no notaban nada, o poca cosa. Algún paciente con hepatitis había reducido muchísimo su carga viral, eso es lo máximo que observé durante tiempo con mis pacientes.
Para mejorar los resultados decidí estudiar qué podía estar pasando. Modifiqué la manera de tratar su dosificación, decidí dar dosis menos espaciadas en tiempo y más altas. También añadí pimienta negra para mejorar su asimilación. En definitiva decidí tomar cúrcuma con pimienta más veces al día y los resultados cambiaron positivamente, pero tampoco exageradamente. Los beneficios depurativos hepáticos comenzaron a dar la cara, eso sí, y los dolores articulares también mejoraron. A pesar de los cambios en los resultados creo, al igual que muchos estudios, que la cúrcuma tiene difícil biodisponibilidad en el cuerpo humano o tal vez en la mayoría. Los estudios son un poco contradictorios, habrá que ver qué nos depara el futuro.
Otra manera de abordar el tratamiento es también con kinesiología. Esta permite testar en el paciente qué dosis efectiva necesita en mg y cuantas veces al día. Cada caso es diferente y cada posología variará según el efecto que buscas, es decir, no será lo mismo cuando deseamos mejorar el dolor de una articulación que cuando queremos mejorar la función hepática.
En este post no he querido hablar de las maravillosas propiedades de esta especie, que son muchas, solo he querido exponer mi experiencia terapéutica y la solución por la que opté para mejorar la efectividad de la misma en mis pacientes.